Poema a Dario - Bernardo Penoucos

POEMA A #DARÍO
Por @BernardoPenoucos

 

Los mundos en donde todas y todos quepamos
estaban anidados en la mano de Darío.
La política podía ser otra cosa en aquel entonces: mate dulce y caliente en el asentamiento, abrazo colectivo en la tristeza del hambre, asamblea sin aprietes, mirada limpia y sincera.
Los mundos distintos en donde todas y todos por fin quepamos
descansaban protegidos tras el pasamontañas de Darío, en esos ojos duros y tiernos como los ojos del Che, 
en esa lucha por la visibilidad, 
en la solidaridad y no en la beneficencia, 
en el derecho y no en el clientelismo, 
en el amor combativo y no en  la felicidad televisada de cartón.
El pibe andaba de barrio en barrio, armando bloqueras y sueños.
Convencía porque hacía, 
sonreía porque creía,
contagiaba porque caminaba.
Molestaba porque no retrocedía.
A todo o nada imaginaba el pibe y en esa certeza avanzó.
El hambre no tiene grises ni vericuetos ni berretines ni chamuyos electorales. El hambre tiene hambre y no hay palabra ni discurso que lo alimente.
A todo o nada imaginaba el pibe y en esa certeza avanzó.
Los verdugos lo marcaron, lo siguieron, lo acribillaron atestiguando ese último gesto de Darío socorriendo a su compañero Maximiliano.
No tiren.
No tiren.
No tiren.
La mano levantada de Darío, la desesperada mano de Darío intentando frenar lo inevitable.
En esa mano se anidaban los mundos posibles en los cuales todas y todos podíamos caber : pibes, niños, viejitas. Todas. Todos.
En esa mano de Darío su último gesto.
Nuestro eterno legado.
Tiraron.
Tiraron.
Tiraron.
Pero al fin de cuentas nunca mataron.
#RevistaSudestada
#17añosEnLaCalle