Revolucionar la cultura

En lo que va del 2021 se comete un femicidio cada 24hs, en el mes de enero fueron 30 mujeres asesinadas. Al día de escribir esta nota, la última, Guadalupe Curual, pero seguramente cuando ud. la lea ya habrá 3 o cuatro más. Y Guadalupe pasará escalones abajo en la lista, con Úrsula e Ivana.

Aunar esfuerzos es lo que se demanda para revertir tan terrible realidad, no es solo cuestión de luchas de familias destruidas, de hijos sin madres o de empatías circunstanciales. Tampoco alcanzan legislaciones y políticas públicas, evidentemente, falta mucho.

Es tiempo de empezar a cuestionar qué se hace, efectivamente, para que las mujeres víctimas de violencias dejen de morir. Las violencias cotidianas, tienen su génesis en el patriarcado, sin dudas, eso es ya sabido y muy declamado.

Siendo este un espacio para pensar la educación e imperiosa la necesidad de cambiar la cultura patriarcal en la sociedad, el centro del análisis será el rol de la escuela, de las didácticas y las pedagogías, de las clases y las planificaciones, que están justo en este tiempo gestándose para el ciclo escolar 2021.

¿Acaso en las planificaciones de Matemática aparecen estadísticas de femicidios, o en las de Literatura emergen voces de hijas o madres de mujeres asesinadas, como textos de análisis o debates? ¿En los espacios de Tecnologías de la información y la comunicación, surgen miradas sobre posteos de Twitter, Facebook, Instagram, lecturas de conversaciones de WhatsApp, de las víctimas previas a sus asesinatos? ¿En Historia, se planifica dar a conocer historias de vidas de mujeres asesinadas, qué rol cumplió cada actor social que pudo haberlo prevenido? ¿En geografía se muestra el mapa de las violencias, señalando el lugar de cada muerte? ¿En los talleres de arte se piensan tomar modelos fotográficos de mujeres golpeadas o violentadas? ¿En biología se enseña cuáles son los cambios hormonales que producen los golpes? ¿En Química, se analiza cómo funcionan las reacciones de los elementos vitales del cuerpo femenino ante situaciones de miedo y dolor?... así pensar en cada espacio curricular.

En la formación docente, ¿se trabaja en todos y cada uno de los espacios curriculares los diversos aspectos de la Ley 26 485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollen sus relaciones interpersonales?

Se dice que los grandes cambios sociales comienzan por la transformación de las mentalidades, y los cambios de mentalidades se producen a través de dos grandes herramientas, la revolución o la cultura.

Hoy lo que más cerca se está es de la transformación cultural. Las calles se tiñen de verde con mujeres que gritan “paren de matarnos” o de pañuelos violetas, promoviendo y divulgando la Ley Micaela. Pero se ve a la escuela bastante ausente en estos movimientos revolucionarios, si bien desde los gremios y la oficialidad institucional se acompaña a estas luchas, aún no ha atravesado, todavía, los gruesos muros del edificio escolar.

La escuela sigue teniendo fuertemente la impronta del patriarcado, en esos micromachismos que día a día la recorren. Aún se ve muchos uniformes obligatorios de polleras y pantalones, de delantales rosas y azules o celestes, de listas de asistencia donde primero van los varones y luego las mujeres. Donde, si hay que barrer un aula, se entrega la escoba a las niñas o jovencitas, y los juegos bruscos se permiten entre varones y se sancionan en las nenas.

Se está en época de planificar, de pensar la escuela, se sabe que la mayoría del mundo educador es por lejos femenino, pero extrañamente se educa en el patriarcado. ¿Cómo dejar de matar mujeres si en el centro educador no se aborda el tema?

 La ESI sigue siendo resistida, retrasada, soslayada. Poco se habla de la violencia en el noviazgo, pero basta recorrer los pasillos de cualquier escuela secundaria para ver como pululan noviazgos machistas, voces y gritos machistas que nadie parece escuchar. Rara y extraña realidad la de las escuelas, donde muchas docentes sufren de violencias que pocas se animan a contar. Y cuando se cuentan solo se trasforman en habladurías de lástima.

La revolución cultural debería empezar en la escuela. ¿En cuántas se ha leído, debatido y aplicado la Ley Micaela?

Sería oportuno que por estas fechas se relea la Constitución Nacional (Art. 75 Inc. 22) Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Ley 23179 de la ONU. Por ej. Art. 5 Inc. a: Modificar los patrones socioculturales de conductas de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres.

No habrá muerte prevenible si no hay conciencia del efecto de las violencias cotidianas, de los micromachismos, del rol del patriarcado, de los cuerpos objetizados, de las violencias simbólicas y psicológicas, de maternidades obligadas y romantizadas.

Si la escuela, desde la primera infancia hasta la propia formación docente, no deconstruye el armado perfecto del patriarcado cultural, las muertes seguirán siendo noticia, las luchas seguirán estando en las calles, como espasmos dolorosos y por momentos insoportables. No habrá política pública que funcione, ni ley que condene. Nada será suficiente, solo el cambio cultural hará posible el “que nos dejen de matar”.

Lic. Verónica López