Las “ocultas” de la historia de la educación argentina

 

El 11 de septiembre se rinde homenaje a las maestras y los maestros, no es ninguna novedad para quienes tuvimos la suerte de ir a la escuela. Todes en algún momento habremos buscado, recortado y pegado (el corto y pego no es un fenómeno solo de la tecnología) una foto de Sarmiento “el maestro inmortal” y la pegamos a modo de ilustración elegante en la efeméride de ocasión

 Sarmiento fue producto de su época, expresó sus ideas en la literatura y las desarrollo como políticas públicas siendo presidente. Indudablemente dejo una marca en la historia de la educación argentina, fue el precursor de las escuelas Normales, trajo maestras norteamericanas para formar a la “nueva” clase social pretendida. Hablar de Sarmiento puede ser un tanto polémico, pues los ideales europeizantes y norteamericanistas, vistos desde hoy son altamente cuestionables.

No es intención poner aquí en debate las políticas educativas de Sarmiento. Sino más bien lo es recuperar a las “ocultas” de la historia de la educación argentina, en un día que pretendemos reivindicativo de la labor docente.

Juana Manso fue una de las mejores amigas de Sarmiento, una maestra, periodista y escritora que fue precursora del programa pedagógico de educación popular. Muchas de sus ideas pueden leerse en la Revista Anales de la Educación Común, de la que fue directora entre 1865 y 1875. Introdujo ideas sobre la educación de la primera infancia, recuperando la experiencia de los jardines de infantes. Fue la primera mujer en integrar el Consejo Nacional de Educación. Defendió la educación mixta, plural e integradora para todas las clases sociales. Creó la Asociación de Maestras, para el debate de ideas pedagógicas. Propuso un proyecto de ley a la Legislatura porteña para profesionalizar la formación docente, mejorar los salarios e incrementar las vacaciones.

Pero no fue la única “gran maestra” que debió ser inmortal, las hermanas Cossetinni trazaron una huella importante en la pedagogía argentina.  Olga y Leticia dejaron su impronta en la educación rosarina, la cual hasta el presente se hace evidente en el pensamiento cultural de la ciudad. Desarrollaron una metodología desde un sentido amplio, experimental, innovador, donde la solidaridad era eje del aprendizaje social.

Tampoco fue solo por la formación social, donde hubo maestras dignas de ser “inmortales”, también las hubo desde la lucha por los derechos.Fue en San Luis donde se llevó a cabo la primera huelga por el reclamo de sueldos atrasados y el recorte en sueldos estatales; en 1874, las maestras de la Escuela Graduada y Superior de San Luis, encabezadas por su directora, Enriqueta Lucero de Lallemant, llevaron adelante la primera medida de fuerza docente.

Como vemos, en una profesión mayoritariamente ejercida por mujeres, bien pudo ser Juana Manso, maestra feminista, “la maestra inmortal” y no solo ella:  Mary  Gorman, Julia Stearn  y 23 norteamericanas más, aventureras  que  realizaron su tarea en alejadas regiones de Catamarca, San Juan, Tucumán, Mendoza, Corrientes y Jujuy; Olga y Leticia Cossettini, innovadoras didácticas; Enriqueta Lucero luchadora por los derechos laborales, entre tantas otras “ocultas” por la historia

Entre 1874 y 1921 se graduaron 2.626 maestras y sólo 504 maestros. Pero la historia le dedicó el homenaje a un hombre que no fue maestro, que no confió en nuestras raíces para fundar el sistema educativo y le dedicó un himno que aún cantamos a viva voz…

“¡Gloria y loor! ¡Honra sin par!
para el grande entre los grandes
Padre del aula, Sarmiento inmortal!”

 

 

Lic. Verónica López