Infoxicación, y cómo no caer en el síndrome de fatiga informativa

 

Si preguntas a un adoctrinador ¿Dios existe? responderá: “Sí y debes temerle”; 

mientras que si le preguntas a un espiritualista dirá “Lo estoy buscando” 

 

Una pregunta habitual que nos hacemos les docentes es ¿qué significado tiene lo que  enseñamos?

Es frecuente, diríamos casi infaltable, leer en cualquier sugerencia pedagógica, que lo que se enseñe sea “significativo” ahora bien ¿cómo saber lo que es significativo? Más aún saber, ¿qué es significativo para les estudiantes? y si lo queremos hacer más complejo aún, ¿qué será significativo para el futuro de estos estudiantes? 

 

Encontrar la salida a este laberinto ha sido un desvelo en el ejercicio de la enseñanza, ¿cuál es la información más pertinente? ¿cómo hacer ese “recorte” que tanto nos sugieren, adecuadamente? ¿Qué parámetros tomar entre tanta información circulante? ¿En qué medida lo que a mí, cómo docente, me parece necesario y oportuno lo es para les estudiantes?

 

La entrada a ese laberinto  es de por sí complicada, provocada por la circulación desenfrenada de información ¿cómo detenernos y distinguir lo necesario de lo prescindible, lo importante, lo transcendental de lo ineludible y lo evitable?

 

En principio deberíamos  saber que estamos ante el acecho de la infoxicación, este término acuñado por Alfons Cornella, en  1996, es un neologismo para dar nombre a ese proceso en que se halla la humanidad, donde la  información disponible es mayor a la que puede procesarse, en una aceleración frenética   del campo del conocimiento. La posibilidad cada vez más desarrollada de que las personas (sabias o ignotas) publiquen contenidos por diversos medios, produce una sensación de estar quedando afuera de algo, siempre, esa ansiedad  técnicamente se denomina Síndrome de fatiga informativa.  Este síndrome, definido por el Psicólogo Británico David Lewin, quien sentencio “El conocimiento es poder, pero la información no” es un mal con el que los docentes debemos lidiar, pero además deberíamos ofrecer recursos a les estudiantes para que puedan salir airosos de su ataque

 

Recuerdo, que hace varios años atrás, leí una frase que me llevo a interpelar el sentido de la enseñanza misma, la frase expresaba, palabras más - palabras menos, “no es lo mismo navegar en internet, que naufragar en internet”, entonces  comencé a preguntarme cómo hacer para enseñar  a navegar, a mantenerse a flote en el mundo informativo, y más recientemente le sume a esto el sentido de verdad, veracidad y verosimilitud, el devenir de las fake news  le puso  al laberinto definitivamente  una salida muy, muy complicada.

 

La verosimilitud,  es el relato de un hecho que puede ser posible y por lo tanto creíble, aunque no haya ningún dato que lo compruebe. La veracidad, es la descripción de la realidad, desde el lugar que se la está mirando, pero con la capacidad de demostrar el hecho.Es decir podemos suponer que estamos ante una porción o parte de la verdad, pero que esa porción o parte es verificable, y también tener en cuenta que esa no es toda la verdad, porque la verdad como tal esta siempre en permanente redefinición y debate filosófico.

 

Ahora bien ¿cómo hacemos les docentes, para luego de superar individual y subjetivamente la infoxicación, enseñar el abordaje del conocimiento y la información excesiva, desarrollando anticuerpos para  no caer en el Síndrome de fatiga informativa?

 

Desde hace años pongo en práctica un simple ejercicio en el aula. Con  un texto cualquiera, en general informativo y no muy extenso,  les solicito  que realicen, a ese texto, cinco preguntas, cuyas repuestas no estén explicitadas en él. Ha sido una constante los resultados obtenidos con esta actividad año tras año: solo uno o dos estudiantes, logran elaborar las cinco preguntas, la media  llega a realizar tres , sin posibilidades de más, un porcentaje menor solo puede hacer una pregunta. Lo llamativo e increíble de este ejercicio es que nunca me paso que algún estudiante pregunte quien es el autor o de donde salió el texto. Lo he realizado en forma constante e intencional, en general en los primeros encuentros del ciclo lectivo, intentando poner en cuestión la ingenuidad con la que leemos e interpelamos lo que nos llega como información, su la procedencia, lo oculto y la intencionalidad de ella 

 

En épocas de elecciones pudimos ver el efecto de las fake news, o falsas noticias. En su momento nos tomó desprevenidos; con ellas se pudo manipular el sentido común social y lo verosímil se volvió verdad irrefutable, sino miremos América de norte a sur. ¿Habremos aprendido?

Tal vez fuimos vamos aprendiendo y ante la previsión estamos más atentos, pero esto nos lleva a otros interrogantes ¿cómo distinguir entre veracidad y verosimilitud? ¿Cómo enseñarlo en la escuela?

No existen recetas, pues estamos en proceso de análisis. Tal vez el  viejo dicho “para muestra basta un botón” funcione para empezar a pensar, la imagen que acompaña este nota, es una captura de pantalla realizada en día 30 de abril  a las 10.30 hs, mientras la escribía , extraída de la página https://www.internetlivestats.com/ -  quien quiera puede consultar en este preciso momento. En ella se muestra en tiempo real, cuanta información está circulando en internet justo ahora. 

Esto demuestra sin lugar a dudas  la infoxicación a al que estamos expuestos, que necesitamos potenciar  anticuerpos y que deberíamos poder enseñarles a les estudiantes a desarrollarlos.

Haciendo un poco de historia: la escuela ha sido fundada para adoctrinar, para formar la mano de obra que el capitalismo necesitaba para desarrollarse, es una institución del capitalismo, claramente. Las nuevas épocas ponen en cuestión tanto a la escuela como al capitalismo. ¿podrá la escuela dejar de ser lo que por años promovió y transformarse lo suficiente para que las nuevas generaciones puedan dirimir en la batalla contra la infoxicación

                                                                                                                             

Tal vez haya llegado la hora de que la escuela deje de adoctrinar y enseñe a buscar y a dudar, a navegar, a mantenerse a flote…a salir del laberinto airosos.

Quizás valga una reflexión… mirarnos como enseñantes, puede ser un buen inicio… 

 

Lic. Verónica López