Palabras al viento para mamá, en algún lugar del universo

Ultimamente, estas tan viva en mi. Vienen una y otra vez, las historias, las palabras, las actitudes ante las circunstancias, tu fuerza leonina y tu debilidad ante el sufrimiento y dolor ajeno.
Te via "adoptar" a cuanta personita un poco desolada vieras enderredor, te vi sufrir silenciosamente, vaya a saber que dolor porfundo de tu alma, hasta en eso fuiste casi una heroína.
Y te veo allí en el retrato del comedor de mi casa, yendo y viniendo en el furor diario, te miro siempre, sabiendo que me observas, me guias, me cuidas, me recuerdas qué camino me enseñaste a recorrer.
Te escucho decirme con la certeza que solias tener, que el sufrimiento ajeno no debe serme indiferente.
Me enseñaste a caminar, literalmente, enderezaste mis pies, ergiste mi columna, ubicaste mi mirada allí, justo allí donde se iba a encontrar con la mirada de otres, donde iba a poder reconorles, sin preguntar casi nada.
Siempre tejiendo, tejiendo para abrigar, tejiendo para hacernos sentir tus manos, tu abrazo, tu tibieza, en los caminos de la vida.
Supiste amar incondicionalmente, me sobreprotegiste tal vez demasiado y paradojicamente, me hiciste libre.
Si algo de lo que me dejaste hoy puede servir a otra madre, es que a un hijo se lo debe cuidar de los riesgos cotidianos, para que su alma, su psiquis, su conciencia, crezcan sanas y libres, para que sean

libres de verdad y no pierdan nunca esa libertad.
Hoy añoro tus manos calidas, con las que me esperabas, cuando al llegar de estudiar o trabajar, a veces tan solo de pasear; tomabas las mias, y decias "que frias estan" y las entrelazabas con las tuyas, la ubicabas debajo de tu pulover y allí las dejabas hasta que se volvieran a calentar. Como añoro ese amor, como extraño ese calor.
¡No hubo calor como el de vos mamá, nunca más!

 

Octubre 2019